Éstos son los datos que facilita la organización Overseas Development Institute (ODI) en su informe “La Educación No puede Esperar. La propuesta de un fondo para la educación en casos de emergencia”.

Según revela el informe, unos 75 millones de menores en edad escolar de zonas en crisis o conflictos no tienen programas de escolarización, y que en todo el mundo existen 37 millones de niños de primaria y secundaria que no tienen colegios.

En este sentido, uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) marcados para el año 2030, consiste en que ningún niño pueda quedarse sin completar la educación primaria y secundaria de manera gratuita y de calidad. Pero parece que los conflictos armados y las emergencias humanitarias que se prolongan en el tiempo no van a poner las cosas fáciles para la consecución de este objetivo.

Como apuntan en el informe, durante el año pasado, casi 75 millones de niños de edades comprendidas entre los 3 y los 18 años de 35 países envueltos en conflictos y crisis provocaron que estos niños no tuvieran una educación continuada en el tiempo. Para romper estas cifras, tan solo bastaría aportar 113 dólares por cada niño, lo que supondría una inyección de 8.5 mil millones de dólares al año.

Desde la organización, han marcado cinco aspectos claves a combatir, de cara a la próxima Cumbre Mundial Humanitaria (que se realizará a finales de mes) para que la comunidad mundial se una para hacer frente a esta necesidad y mejorar la educación en las zonas afectadas por la crisis.

Principales retos a combatir según la ODI

  1. Baja prioridad. Cuando una zona está en crisis, la educación no llega a los grupos más vulnerables, como pueden ser los menores refugiados. Los actores humanitarios internacionales juegan un papel muy importante, pero esta ayuda es insuficiente en situaciones como estas.
  2. Deficiente coordinación. Existen muchos problemas y dificultades entre los gobiernos, los actores humanitarios y de desarrollo para realizar conjuntamente evaluaciones, planificaciones y llevar a cabo una financiación para abordar los problemas.
  3. La falta de fondos. Desde el año 2010, los fondos para la educación en situaciones de emergencia casi se han reducido a la mitad, con menos del 2%. En el año pasado, la ayuda humanitaria destinada a la educación en contextos de crisis sólo alcanzó el 9%.
  4. Respuesta inadecuada. Los gobiernos no son capaces de ofrecer una cobertura educativa con personal docente cualificado en estos contextos en crisis. Existe mucha incertidumbre en la financiación, lo que provoca que estos temas no se aborden como es debido.
  5. La falta de datos y análisis. La toma de datos y estudios son muchas veces ineficaces e insuficientes, porque no existe un registro real en muchos lugares de la situación de la educación y de los menores que no la reciben.

En este contexto, desde la organización quieren poner en valor la educación, ya que la evidencia demuestra cómo ésta mejora las oportunidades de vida y debe ser priorizadas en las comunidades afectadas por la crisis.