El cólera está avanzando de manera descontrolada en Yemen, un país arrasado con apenas instalaciones médicas donde atender a los afectados. Desde el pasado mes de abril, han fallecido 942 personas por esta causa y cada 35 segundos un niño se contagia, según la ONG Save the Children. Una situación que empeora por la falta de acceso a agua potable y el bloqueo que sufre el país.

Según la coordinadora de salud del Comité Internacional de la Cruz Roja en Yemen, María del Pilar Bauza Moreno, «la semana pasada, se anunciaron más de 5.000 nuevos casos de posibles infectados al día. El contagio de la enfermedad, que comenzó hace poco más de un mes, se está acelerando”. Tras la actualización de los datos, el número de posibles infectados se eleva a 129.185, en 20 de las 22 provincias del país.

Una cuarta parte de los fallecidos son niños, al igual que la mitad de los contagiados. Meritxell Relaño, representante de Unicef en el país asegura que «los niños continúan sufriendo el peso de la guerra. Muchos de los que han enfermado o muerto de cólera padecen desnutrición». Además, insiste en que «el brote de cólera está saturando lo que queda del sistema sanitario de Yemen, muy castigado por el conflicto. Hospitales y centros médicos están batallando para hacer frente a un gran número de pacientes procedentes de todo el país. Las medicinas y los líquidos intravenosos se están agotando con rapidez».

Y es que, las cifras de fallecidos irá en aumento por la falta de acceso a un tratamiento médico rápido. Unicef prevé que los casos de contagios podrían alcanzar los 250.000 en el plazo de seis meses. «Lo más preocupante es que los casos graves de cólera representan hoy cerca de la mitad del total de casos, o sea, más del doble de lo que solemos observar durante brotes similares», recalca Bauza.

«Este brote de cólera es la prueba más reciente y visible del profundo debilitamiento de la población y de las estructuras debido a la manera en que viene librándose el conflicto», asegura el jefe del Comité Internacional de la Cruz Roja en Yemen, Alexandre Faite. «Los ataques contra los sistemas de abastecimiento de agua y alcantarillado y su falta de mantenimiento, sumados a las duras restricciones a la importación de bienes esenciales, como combustible y piezas de repuesto, han terminado por dejar a millones de personas sin acceso a agua potable».