Sin dudas, la dura imagen del cuerpo sin vida del pequeño Aylan Kurdi, de tan solo tres años de edad, a orillas de una playa turística turca, ha conmovido al mundo entero y se ha convertido en símbolo de la verdadera tragedia que viven los refugiados sirios que huyen de la guerra de su país.

Las portadas y cabeceras de numerosos medios de comunicación abrían sus páginas con la estremecedora imagen, que ha sido capaz de despertar conciencias en todo el mundo.

Las redes sociales se han llenado de mensajes y protestas junto con la imagen del pequeño, acompañado de la etiqueta #KiyiyaVuranInsanlik, ‘la humanidad ha naufragado‘ en la lengua local.

El pequeño, que huía con sus padres, su hermano y una veintena de refugiados más, lo hacían  en dos barcas que naufragaron el pasado miércoles cuando se dirigían a la isla griega de Kos, una de las puertas de entrada de la Unión Europea.

El horror de la guerra, la desesperación, el hambre les obliga a buscar un destino, cualquiera que sea es mejor que el que tienen, donde no hay nada, solo terror y miseria.

La imagen ha generado toda una ola de reacciones ante la aparente pasividad de los gobiernos, a los que se les exigen medidas y soluciones urgentes.